Europa se enfrenta a múltiples presiones, un lento crecimiento en su producto interior bruto y unos limitados fondos públicos debido a la elevada deuda y los niveles de déficit, son algunos de ellos. Esta situación no parece que vaya a mejorar en el corto e incluso medio plazo, los desequilibrios entre los costes laborales y la situación de las economías europeas intensifican la tensión.
 
En este difícil contexto, Europa no tiene más remedio que poner en marcha reformas estructurales para impulsar su crecimiento. En un informe publicado por Mckinsey Global Institute se considera que Europa deberá acelerar el crecimiento de la productividad en un 30 por ciento respecto a los niveles históricos, u optar por trabajar más, sólo para mantener los niveles anteriores de crecimiento. El crecimiento de la productividad tendría que aumentar hasta el 24% del PIB para acercarse al nivel productivo de EE.UU.
 
Antes de la crisis económica mundial, Europa crecía a un ritmo próximo a EE.UU gracias a las reformas de los mercados laborales que ayudaron a reducir el desempleo. Según este estudio las medidas que llevaría a Europa de nuevo al crecimiento se englobarían en tres áreas:
  • Liberar el potencial de crecimiento del sector servicios: una mayor apertura de la competencia en el sector servicios que sigue estando limitada por un alto nivel de regulación (por ejemplo, servicios profesionales) y por estructuras monopolísticas (por ejemplo, las industrias de networking). Por otro lado, impulsar la productividad a través de la desregulación de producto y los mercados laborales, apoyando el incremento de la  eficiencia operativa y la profesionalidad en sectores como el comercio minorista, transporte terrestre y la construcción.
 
  • La alineación de las políticas para el crecimiento y la renovación, apostando por la innovación, nuevas tecnologías, mejora de la relación entre el mundo académico y empresarial, y el desarrollo de una mentalidad más emprendedora.
 

 

  • Reforma de los mercados de trabajo: impulsando la participación de los trabajadores de más edad como en los países nórdicos y los Países Bajos, reduciendo el desempleo estructural con reformas similares a las que hemos visto en Dinamarca y el Reino Unido, así como el desempleo juvenil, y equilibrando el trabajo a tiempo completo y parcial.
 

Fuente: Mckinsey Global Institute