Uno de los mayores retos del sector público es buscar un modelo de excelencia en la gestión centrada en los resultados y orientado al ciudadano. En el Informe de Competitividad Global 2014-2015 del Foro Económico Mundial, España aparece en el puesto 105 (de 144) en cuanto a eficiencia de las estructuras públicas (goverment efficiency); en el citado informe la ineficiencia debida a la burocracia es el tercer factor más problemático para el desarrollo de negocios en nuestro país:
Algunas de las mejoras a implementar para poder mejorar en este ranking pasan por lo siguiente:
 
 

 

  • Creación de estructuras ágiles y flexibles, basadas en la gestión por procesos y en la orientación a objetivos. La gestión por procesos debe permitir la identificación de las actividades y la secuencia de las mismas de manera que se eliminen aquellas tareas que no aportan valor, como tiempos muertos y de espera, actividades duplicadas, “exceso de papeles”, movimientos y todas aquellos “desperdicios” que restan productividad a los empleados públicos.
  • Evaluación de los procesos, mediante indicadores que permitan medir los resultados tangibles de cara al ciudadano. A partir de la medición de estos resultados se podrá determinar si debemos seguir con las acciones que se han realizado o cambiar para mejorar.
  • Diseño de estructuras organizativas que permitan la concentración, eliminación y reducción de funciones duplicadas entre los diferentes organismos y empresas públicas. Estas estructuras organizativas deben estar diseñadas para soportar la lógica de procesos, de manera más horizontal, abandonando las estructuras verticales o de silos.
  • Evaluación del desempeño del empleado público, que permita mejorar sus competencias y fortalecer sus conocimientos.

 

Este modelo debe guiar a las organizaciones públicas en la transformación hacia la excelencia y, al mismo tiempo, permitir evaluaciones del rendimiento y de la eficiencia de las mismas.
 
José Ignacio Clemente
Gerente de consultoría en IMP Consultores.