Las certificaciones de calidad, tanto de sistemas de gestión como de productos, están siendo visualizadas no sólo como una formidable herramienta que facilita enormemente la organización y planificación dentro de las organizaciones, sean éstas públicas o privadas, sino también como un valor agregado más de la funcionalidad organizacional que facilita el acceso a mercados exigentes y hace más eficiente el relacionamiento con todo tipo de proveedores.

 
La expansión mundial de la certificación de los sistemas de gestión con ISO 9001 demuestra que ya está fuera de discusión el tema de su contribución a los logros y posicionamientos exitosos de las organizaciones.
 
Pero, ¿cuáles son las motivaciones reales de las organizaciones cuando deciden obtener una certificación de calidad o de conformidad con alguna norma técnica? ¿Colgarla de una pared para satisfacción propia? Cuando una empresa no es conocida en un mercado extranjero específico, lo primero que debe hacer es crear confianza entre sus clientes potenciales respecto a que es capaz de cumplir con requisitos de calidad.
 
Procede entonces alinear sus procesos con la norma internacionalmente reconocida de sistemas de gestión de calidad y ambiental.
 
Luego hará que el sistema de gestión implantado sea evaluado por una entidad competente, es decir, acreditada, la cual le concederá un certificado ISO 9001: una constancia de la conformidad con la norma internacional de lugar.
 
La decisión de una empresa de certificar sus sistemas de gestión, puede estar conectada también a las exigencias de algunos sectores de la economía, a requerimientos de nichos de mercado específicos o al mero interés de implantar un sistema de gestión de clase mundial. Cualquiera que sea la motivación, una certificación con ISO 9001 o 14001 permite a la organización posicionarse como una entidad en la que se puede confiar. Sin confianza no puede haber intercambio comercial ni relacionamientos organizacionales altamente productivos.
 
Las reglas de juego globales, las normas ISO, permiten a los jugadores del comercio global mostrar elevados niveles de eficiencia en la gestión de sus recursos cumpliendo unos mismos requisitos de calidad y ambiental.
 
Fuente: Julio Santana para Listín Diario