Originariamente la huella ecológica se desarrolló como un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta población, país, región o ciudad sobre su entorno. La huella ecológica es el cómputo del área de terreno necesario para producir los recursos consumidos y para asimilar los residuos generados por una población determinada con un modo de vida específico, donde quiera que se encuentre esa área.
 
Con el cálculo de esta huella se consigue contabilizar el impacto ambiental de cualquier producto o servicio transformándolo en una medida cuantitativa asociada a superficie productiva fácilmente reconocible por el ser humano.
 
Uno de los aspectos más relevantes en el cálculo de la huella ecológica es el impacto producido por la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), causantes en gran medida del calentamiento global del planeta y el cambio climático. Por ello, y debido a su mayor facilidad de cálculo,  para muchos sectores es más interesante realizar este cálculo.
 
 
La huella de carbono en última instancia nos permite conocer la superficie de bosque que sería necesaria para la absorción de la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente CO2, debida a la producción de un determinado producto o a la prestación de un servicio.
 
Para calcular la huella de carbono se deben seguir los siguientes pasos:
  • Identificar las fuentes de emisión. Para ello será necesario conocer las emisiones de GEI que se generan en cada una de las fases de producción o prestación del servicio y especialmente la procedencia de las mismas.
  • Determinar el alcance: Emisiones directas, indirectas y/o asociadas a la cadena de valor, bien a nivel de toda la organización o bien para un producto o servicio concreto.
  • Elegir el método de cálculo: La cuantificación voluntaria de emisiones GEI de una organización puede realizarse conforme a varios referenciales: GHG Protocol, ISO 14064, etc. Una vez aplicadas estas herramientas se obtiene el dato de emisiones expresado en toneladas de CO2 equivalente.
  • Establecer pautas y objetivos de reducción y/o colaborar en proyectos de compensación de emisiones.
  • Seleccionar el sistema de verificación más apropiado para la organización y la entidad que vaya a realizarlo.

 

 
El cálculo de la huella de carbono de un producto crea verdaderos beneficios para las organizaciones. Esto por lo tanto permite definir mejores objetivos, políticas de reducción de emisiones más efectivas e iniciativas de ahorros de costo mejor dirigidas. Calcular la huella de carbono de un producto o servicio, contribuye a:
  • La reducción de emisiones de CO2 en productos y organizaciones y, con ello, a la mitigación de cambio climático.
  • La creación de un mercado de productos y servicios con reducida generación de carbono, danto respuesta a la demanda social y medioambiental actual.
  • La identificación de oportunidades de ahorro de costes en las organizaciones.
  • La demostración ante terceros de los compromisos de la organización con la responsabilidad social y medioambiental.
 

 

 
 
Mª Carmen Díaz Merino
Consultora de IMP consultores

 

Fuentes:

http://www.aenor.es/